Por CARLOS ESTEBANLa Gaceta de la Iberosfera

El doblete incesantemente repetido por el presidente de España Pedro Sánchez en su «carta fake» de la semana pasada, «derecha y ultraderecha», no hace más que expandir su significado, hasta el punto de que no compartir en cada instante (cuidado, porque cambia por días) el mensaje del poder globalista le hace a uno merecedor de la etiqueta.

En esa narrativa todo es extrema derecha mientras no se demuestre lo contrario, incluso las cosas más normales y aceptadas durante milenios por la humanidad, como expresar el deseo de que pueblos con una abismal tasa de fecundidad, muy por debajo de la tasa de reemplazo. tengan más hijos. Así lo sentencia el influyente medio Politico en un reciente reportaje: querer que la especie humana se reproduzca es ya una posición de «extrema derecha».

La cosa ha venido a cuenta de la reunión de la Natal Conference (NatCon), una organización sin vinculaciones políticas o ideológicas preocupada por la extinción de la humanidad mediante el descenso de la natalidad. Y esto es lo que Politico describe en su titular como «La campaña de la extrema derecha por la explosión demográfica». Para la nueva izquierda, al parecer, la humanidad es una mala hierba.

Dice el artículo que «la extrema derecha está tan obsesionada con tener niños que acaban de celebrar una conferencia completa al respecto», y se inventa una etiqueta ideológica «natalismo» para colgar sobre este movimiento. La etiqueta en realidad es una reedición de un término usado desde los años setenta del siglo pasado, que la Wikipedia define como «ideología que promueve la reproducción de la vida humana como un objetivo importante del ser humano y aboga por una alta tasa de natalidad».

Pese a las fantasías del tipo (de la novela de Aldous Huxley) Un mundo feliz, todavía no se ha encontrado un medio fiable para sustituir la natalidad como forma de traer personas al mundo, y sin personas, no hay sociedades ni —no hay mal que por bien no venga— activistas woke. Pero esto, tan de sentido común, es ya una opinión «ultra».

En la conferencia de marras exponen esta y otras perogrulladas, como que, sin nacimientos, colapsan las economías y, en consecuencia, las civilizaciones. Pero Politico prefiere señalar que los factores que NatCon enumera como explicación del desplome de la natalidad —el aumento de las tasas de divorcio y de aborto, la ruptura de la familia tradicional en la sociedad moderna y el surgimiento de ideologías como la de género— son parte de las sociedades progresistas, con lo que abogar por la natalidad es atacar los «nuevos derechos».

Además, por supuesto, lo que «realmente» pretenden los natalistas es oponerse a la inmigración masiva (que todos los países occidentales defienden como solución al envejecimiento demográfico) y, en definitiva, insinuar un repelente «supremacismo blanco».

Estados Unidos está aún lejos de los casos más alarmantes de amenaza de extinción de la población nativa. Pero avanza a toda velocidad. Su tasa de fertilidad ha caído a un mínimo histórico, según lo registrado por los CDC, y sigue desplomándose a un ritmo de alrededor de casi el 2% anual. En 1960, la tasa total de fertilidad de Estados Unidos era de 3,65 nacimientos por mujer. En 2023 era 1,6. La tasa de fertilidad promedio necesaria para mantener la población -tasa de reemplazo- es de 2,1 hijos por cada mujer.

Una de las publicaciones médicas más prestigiosas del mundo, The Lancet, publicó a principios de año un estudio según el cual la población mundial empezará contraerse en pocas décadas, y advierte que podría no volver a recuperarse. La tasa de fertilidad global es actualmente de 2,23, apenas por encima de la tasa de reemplazo.

La coautora del estudio, Natalia Bhattacharjee, alerta de que la disminución de las tasas de fertilidad «reconfigurará completamente la economía global, y el equilibrio internacional de poder y requerirá la reorganización de las sociedades».

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